jueves, 15 de diciembre de 2011

QUIEN SIEMBRA, RECOGE

Por M. Campos.



Seguramente no es la primera vez que lo escuchas: "Quien siembra, recoge." Es una verdad universal que podemos comprobar en diversas situaciones de nuestra vida.
A nadie le gusta encontrarse con el sufrimiento, ni tener que enfrentarse a los diferentes golpes de la existencia. Cuando esto sucede, nos sentimos desgraciados, sentimos que es injusto, que no nos lo merecemos, y todo tipo de excusas que nos libren de la culpa o de pensar que nosotros podemos hacer algo por cambiarlo. Es increíble la cantidad de veces que preferimos continuar quejándonos en lugar de encararnos con la situación e introducir un cambio que nos ayude a mejorar y a estar en paz con nosotros mismos.
La solución a nuestros problemas comienza cuando atacamos la causa del mismo. Y más veces de las que creemos, la causa se encuentra dentro de nosotros, y en nuestro propio comportamiento.
Estamos sembrando lo que no debemos, y luego nos sorprendemos de recoger un producto diferente. Si sembramos cebollas, no iremos al huerto a buscar berenjenas; pues lo mismo sucede con las energías en nuestra vida. Si sembramos enfado, odio, rabia, envidia... eso es exactamente lo que obtendremos en respuesta.
No siempre es que elegimos unas malas semillas para nuestro huerto, a veces, simplemente no nos hemos encargado de acondicionar el terreno, no hemos regado, o no hemos proporcionado a nuestro cultivo los cuidados necesarios.
Otras veces es el tiempo el que falla. Plantamos los vegetales más débiles en el crudo invierno, o los que necesitan más agua en agosto. Nos impacientamos porque nuestra planta no crece y la desenterramos para ver que le ocurre a la semilla; la regamos demasiado para acelerar su crecimiento, le aplicamos productos artificiales para mejorar su aspecto, y así miles de artimañas que creemos nos reportarán una espléndida recolección, hermosa y abundante. Luego nos sorprendemos cuando ocurre lo contrario. Las cosas poseen un ritmo natural para alcanzar su culmen. La prisa sólo las arruina. Es otra regla a aprender para ser un buen agricultor de la vida.
Es por ello, que si queremos obtener una maravillosa cosecha, tendremos que ocuparnos de preparar el terreno y hacer la siembra de la forma adecuada, en el momento adecuado, y sobre todo, elegir las semillas correctas.

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