En los momentos más bajos de la vida, en esos baches tan profundos en los que la luz del sol ni siquiera es visible, suele emerger en nosotros una imperante necesidad de cambiar, y ni siquiera nos fijamos en la naturaleza de esos cambios. Si somos buenas personas nos proponemos dejar de serlo, si somos sinceros comenzaremos a ocultar la verdad, si tengo la cualidad de expresar mis sentimientos comenzaré a reprimirlos... porque la vida no es justa, porque los demás no se merecen que yo sea tan bueno, porque... porque... ¿Por qué?
Nos proponemos firmemente abandonar lo más valioso de nosotros mismos, aquellos nidos de amor que viven dentro de nosotros, a pesar de lo feas que se pongan las cosas. Hemos sobrevivido a mil y una flechas, a mil y una heridas, todas se han curado y nos han transformado en el ser que hoy somos, un poco más auténtico que ayer. Cada vez que la vida nos asesta una puñalada profunda, la primera reacción, y por tanto la más fácil, es la de huir de uno mismo, aún peor, de lo mejor de uno mismo.
Es hora de comenzar a transformar nuestras reacciones, empezar a amarnos a nosotros mismos y ser conscientes de que sea lo que sea lo que nos haya ocurrido, nosotros estamos siendo lo mejor que podríamos ser, y si no es así, entonces si podremos abogar por un cambio, pero será un cambio positivo, que nos acerque más a la vida, que nos abra más al amor, que nos permita ser todavía más frágiles, y a la vez tan fuertes.
Uno no descubre su fuerza hasta que llega al punto de máxima debilidad. Es la ley de los antagonismos de la vida, que nos hace tirar de los lados opuestos para restablecer el equilibrio. Por ello, cuando la vida se te presente como una tormenta sin fin, no te escondas bajo el paraguas y arráncate a pintar tú mismo el sol, pues ¿sabes? el sol de tu interior, sólo es posible apagarlo con tu lluvia. Recupera tu poder sobre ti mismo y domina el dolor antes de que te domine.
Recuerda que la palabras crisis significa "decisión", y que, a pesar de su fama actual, el apocalipsis, no es más que "revelación", "descorrimiento del velo". Así es que, decide, descorre el velo, y avanza siempre hacia el lado bueno. Elige aceptar la lección que se presenta para enseñarte a amar un poco más, amar de esa forma que sólo se aprende sufriendo, cuando desaparecen los velos, y la pulpa de nuestro ser se destapa, vulnerable. Recuerda el juego de los opuestos, y aprovecha el impulso de la caída para saltar.
Acepta cada revés de la vida como una oportunidad para demostrar la grandeza de tu ser, y no como una excusa para escapar de ti mismo, o para volverte una persona a la que la vida le ha cortado las alas. Ni la vida ni nadie puede hacer eso, excepto tú. Sólo tú puedes cortarte las alas, así que mejor, deja a un lado todas esas lágrimas, suelta los nudos de tu pecho, y empieza a volar.
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